Translate

martes, 11 de junio de 2013

Ser católico es una fiesta

Muchas de las fiestas de este mundo tienen como propósito brindarte soluciones pasajeras, diversiones efímeras y consuelos. En cambio, la fiesta de ser cristiano es una fiesta permanente, una fiesta constante de la que gozarás casi toda tu vida. ¿Y porqué casi? Porque como en todo, también ser cristiano acarrea una de las mayores responsabilidades: seguir a Dios. Y de tal forma se necesita también cierto sufrimiento que nos permita ir conociendo la voluntad de Dios y aceptarla, se necesita desprendernos de nosotros mismos: y eso duele.

Sin embargo es poco el sufrimiento soportado para toda una eternidad de gozo infinito.

Todo esto se parece a la parábola de la perla o del tesoro escondido:

"El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo que, al encontrarlo un hombre, lo oculta y, gozoso del hallazgo, va y vende todo cuanto tiene y compra aquel campo"(Mt)

"El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas y, cuando encuentra una perla de gran valor, va y vende todo cuanto tiene y la compra"(Mt).

O incluso a la parábola del Hijo pródigo donde el Hijo que regresa de cometer múltiples errores y pecados regresa con su padre y éste la hace una fiesta.

Pues el Reino de los Cielos es como esa perla que al tenerla todos nosotros, debemos hacer una fiesta por la alegría inmensa que nos produce tenerla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario